martes, 1 de junio de 2010

De víctimas y verdugos

Y de la hipocresía que sigue permitiendo víctimas y verdugos.
1 de septiembre de 1939. Alemania invade Polonia. Empieza la II Guerra Mundial. Para 1941, idean la "Solución del Problema Judío," incluyendo los guetos, campos de concentración y exterminio masivo de judíos.

7 de diciembre de 1941. Las fuerzas japonesas, convencidas del poder absoluto de su emperador-dios y de la inminente victoria en Asia y Europa, atacan a las fuerzas estadounidenses en Pearl Harbor. Inmediatamente EE.UU. declara la guerra a Japón y Hitler a EE.UU. en respuesta.

29 de noviembre de 1947. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la resolución 181, que recomienda la partición de Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe, dejando el control de las ciudades santas bajo tutela internacional.

15 de mayo de 1948. Se proclama el estado israelí. Comienza la primera guerra árabe-israelí. Mueren entre 15.000 y 20.000 personas. Del bando Israelí, más del 60% son militares. Israel sobrepasa las fronteras impuestas por la resolución 181 en más de 5.000 kilómetros cuadrados. Egipto ocupa la franja de Gaza y aparece el estado de Jordania.

11 de diciembre de 1948. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la resolución 194, que reconoce que los refugiados tenían derecho a volver a sus casas y vivir en paz con sus vecinos, y a aquellos a los que se les haga imposible recuperar sus casas o pertenencias, se les debe compensar económicamente.

5 de junio de 1967. En plena guerra fría, con la URSS apoyando las fronteras de Egipto y Jordania, Israel ataca en la "guerra de los seis días". En seis días, Israel absorbe Jerusalén, la franja de Gaza, Cisjordania y la península del Sinaí, pasando a ser su administrador.

22 de noviembre de 1967. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas exige unánimemente la retirada a Israel de los territorios ocupados durante el conflicto con su resolución 242 y la restitución de los dos estados reconocidos en la resolución 181 con las fronteras establecidas entonces.

22 de octubre de 1973. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ratifica su resolución 242 y recomienda el alto el fuego, tras la guerra del Yom Kippur. El 31 de mayo de 1974, tras meses de negociaciones, Israel se retira a las posiciones previas a la guerra de los seis días de 1967. El 10 de octubre de 1975, Egipto e Israel firman el Convenio de Ginebra.

22 de noviembre de 1974. La Asamblea General de Naciones Unidas adopta la resolución 3236, que reconoce el derecho de libre determinación y a la independencia y soberanía nacionales de Palestina. Ratifica sus resoluciones anteriores.

22 de marzo de 1979. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adopta la resolución 446, que condena los asentamientos israelíes en territorio palestino, porque no promueven la convivencia pacífica.

30 de julio de 1980. El Parlamento israelí proclama la "ley de Jerusalén," que proclama Jerusalén como la capital del estado de Israel. El 20 de agosto de 1980 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condena en los términos más enérgicos, con su resolución 478, lo expuesto en esta ley. La declara ilegal internacionalmente y llama a todos los países de la ONU a un bloqueo diplomático a Israel. EE.UU. se abstiene en la votación. Son los únicos que no la aprueban.

17 de diciembre de 1981. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condena la anexión "administrativa" de los territorios sirios de los Altos de Golán y exigen a Israel que rectifique.

20 de agosto de 1993. Israel firma el tratado de Oslo. El 13 de septiembre se ratifica en ceremonia pública, reconociento la Autoridad Nacional Palestina.

28 y 29 de septiembre de 2000. La visita de Ariel Sharon (para entonces líder de la oposición israelí) a la cúpula de la roca y a la mezquita de Al-Aqsa se interpreta como una provocación a los palestinos, lo que levanta la segunda intifada.

7 de octubre de 2000. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condena la violencia que se viene produciendo en Israel, particularmente el uso excesivo de la violencia contra los palestinos. La resolución 1322 también deplora el acto de provocación israelí del 28 de septiembre. Todos votan a favor de esta resolución excepto EE.UU., que se abstiene.

2 de septiembre de 2004. La resolución 1559 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reconoce la independecia del Líbano y pide al resto de estados que se retiren y que las milicias libanesas y no libanesas se disuelvan.

Actualmente, aunque Israel ha restituído el control de la franja de gaza a la Autoridad Nacional Palestina, su enclave está cercado por tierra por territorio israelí, e Israel está ejerciendo unilateralmente un bloqueo férreo de esa frontera. Por otro lado, la frontera con Cisjordania está siendo cercada igualmente por un "muro de la vergüenza," condenando a los palestinos a sus particulares "guetos."

Parece increíble que un estado formado por los descendientes de aquellos que fueron masacrados y condenados al ostracismo por un estado Nazi, estén dividiendo su territorio con un muro similar al muro de Berlín y condenando al gueto a una nación reconocida ampliamente por las Naciones Unidas desde 1941.

Ayer, una flota de unos cuantos barcos armados hasta los dientes de medicinas, juguetes y alimentos para que los seres humanos privados de sus derechos por Israel tuvieran un minúsculo respiro y pudieran sobrevivir fue cercado por el ejército de Israel en aguas de libre navegación internacional a las cuatro de la madrugada. Temiéndose lo peor, uno de los tres españoles a bordo de la "Flotilla de la libertad" emitió un vídeo por Internet avisando de que estaban siendo rodeados y de que era inminente su abordaje. Él estaba preparado con un chaleco salvavidas por si acaso, no con metralletas ni bazokas.

Tras conocerse los hechos, en los que al menos hay 9 muertos civiles (algunos dicen que hasta 19) y alrededor de 30 heridos, Israel ha intentado justificarse con el "ellos empezaron primero." Todos los barcos de la flotilla están en puerto israelí. Ninguno de los medicamentos, juguetes ni alimentos ha llegado a Gaza e Israel amenaza con procesar penalmente a todos aquellos que no acepten la repatriación inmediata.

Turquía, probablemente el único aliado musulmán de Israel, está indignado y ha exigido enérgicamente explicaciones por la masacre inhumana al gobierno Israelí. La ONU en una declaración presidencial ha condenado enérgicamente el acto violento y ha exigido una investigación transparente.

Los guetos palestinos siguen sin recibir la ayuda humanitaria. EE.UU. no ha condenado el ataque; se ha limitado a pedir una investigación. Por todo el mundo se han sucedido los gestos de condena contra el uso desmedido de la fuerza en aguas de navegación internacional contra ciudadanos civiles de muchos países europeos. Algunos de estos países han retirado a sus diplomáticos de Israel en signo de protesta.

Mientras tanto, los palestinos siguen en su gueto, sin medicinas, ni comida, ni juguetes.

Pronto, Israel comenzará a construir campos de refugiados para quien quiera escapar de ese gueto. Poco después comenzará a construir calderas enormes para calentar esos campos de refugiados. Sin la intervención internacional, comenzará a gasear y quemar los cuerpos de los palestinos en esos hornos cuando dejen de servir para trabajos forzados. Así conseguirán la "Solución del Problema Palestino."

Y tu gobierno hipócrita, lo permite.

He dicho.

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martes, 2 de febrero de 2010

De la tecnología y el derecho a elegir.

"El conocimiento humano pertenece al mundo" (Milo Hoffman, Antitrust).
La cita anterior pertenece a la película Antitrust, también conocida como Conspiración en la red. En la película se mostraba cómo una gran empresa de informática iba a generar una gran red interconectada mundial llamada Synapse. Por supuesto los códigos de Synapse eran propietarios, pero no comenzaron siendo así. En realidad hay mucho más por detrás, y Milo Hoffman, el autor de esa frase, se juega la vida descubriendo qué ha pasado.

La película en cuestión se estrenó en 2001, curiosamente el mismo año en que se comenzaba a hablar (y mucho) de una nueva tecnología que pretendía reconectar el mundo. Se llamaba .Net. La idea era revolucionariamente buena. Microsoft (el gran magnate que se había sacado .Net de la manga) quería una plataforma que le permitiera desarrollar fácilmente para cualquier sistema. Para el año 2000 su Visual Basic estaba solamente adaptado (que no orientado) a objetos cuando la programación orientada a objetos era ya un hecho con Java. Además, Java podía utilizarse en cualquier plataforma, incluso en Internet. Su máquina virtual le permitía interpretar el código fuese cual fuese la máquina que lo ejecutara... Algo tenían que hacer. .Net vino a llenar ese vacío.

Lo sepáis o no, si utilizáis Windows, estáis utilizando el .Net Framework. Desde Windows Vista prácticamente todo Windows está basado en esta tecnología, que está a punto de alumbrar su versión 4.0. No os preocupéis, vuestra versión de Windows se actualizará automáticamente cuando llegue el momento de hacerlo.

Lo que Microsoft no se esperaba es que Linux se apuntara al carro, seguido de Mac. El señor Miguel de Icaza, un joven desarrollador por aquél entonces, comprendía los problemas que podía generar el tener que programar aplicaciones multiplataforma. De hecho sabiendo lo difícil que es programar en un mundo tan heterogéneo como el de Linux, fundó el proyecto Gnome, que hoy en día es uno de los sistemas de escritorio más utilizados para cualquier Linux. Pues a este señor se le ocurrió la brillante idea de hacer .Net para Linux. ¿Por qué no traerse las ventajas de un sistema ideado para programar independientemente del sistema también a Linux?

Así nació Mono, el .Net libre, basado en los estándares que Microsoft había enviado a la ECMA, abriendo la posibilidad a que las aplicaciones desarrolladas en Windows para Windows nunca más tuvieran que ser "para Windows" exclusivamente. Abriendo la posibilidad a elegir.

Curiosamente, Miguel de Icaza aparecía haciendo un cameo en aquélla película que criticaba el afán comercial sobre la creatividad y la monopolización de las nuevas tecnologías con la frase incendiaria "El conocimiento humano pertenece al mundo".

Hoy leo en la página del CIAJ (Centro de Información y Asesoramiento Juvenil) de San Vicente que han abierto nuevos cursos online para los jóvenes que quieran apuntarse. El listado de cursos es bien interesante; hay cursos para 3D Studio Max, cursos oficiales ECDL de manejo del ordenador, Photoshop, AutoCAD, Corel Draw, ContaPlus, Inglés en distintos niveles, toda la famila Office y muchos otros, más de 50.

Interesante es que, además de poderlos hacer desde casa por Internet, se introduzca la siguiente coletilla:
Se precisa la instalación de .Net Framework versión 2.0 en Windows (Windows Vista se encuentra instalado.)
Estos cursos permiten utilizar Internet Explorer 6.0 o superior y/o Mozilla, Netscape, Firefox, Seamonkey, etc.
Para Linux y Macintosh precisa instalar MONO 2.o y tener conexión a Internet.
Parece que finalmente, el conocimiento humano sí pertenece al mundo.

He dicho.

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lunes, 30 de noviembre de 2009

Del fundamentalismo para la hegemonía del castellano

Y del fundamentalismo para la hegemonía del catalán, el euskera, el valenciano, el gallego, el mallorquín, el aranés, el silbo...
Como prometí ayer por twitter, hoy comento la adhesión de Telecinco al Manifiesto en defensa del Castellano, que fue propuesto el 23 de junio por Don Fernando Savater. Obviamente, sabiendo que el ponente es miembro cumbre de Unión, Progreso y Democracia (más información en wikipedia), era de esperar que UPyD suscribiera el manifiesto, pero me sorprendió leer que Telecinco y El mundo apoyaran la inciativa. ¿Qué hay de la información no-partidista, no-influenciada y objetiva? ¿Ha muerto?

En fin. El caso es que si uno lee el manifiesto, tiene su miga. Es divertido que en la segunda premisa se diga que "son los ciudadanos quienes tienen derechos lingüísticos, no los territorios ni mucho menos las lenguas mismas" y que "las lenguas no tienen el derecho de conseguir coactivamente hablantes ni a imponerse como prioritarias en educación, información, rotulación, instituciones, etc…" y que luego se solicite en el primer punto que se tomen medidas para asegurar que "la lengua castellana es común y oficial a todo el territorio nacional, siendo la única cuya comprensión puede serle supuesta a cualquier efecto a todos los ciudadanos españoles." Si la lengua en sí misma no tiene derechos, ¿por qué le damos el derecho a ser hablada en todos los lugares de un mismo país? ¿No implica eso que "consiga coactivamente hablantes"? Y si lo solicitamos para la castellana, ¿qué hace que no lo podamos solicitar para el gallego, por ejemplo?

Mientras que el manifiesto reconoce la realidad lingüística de España, en la que conviven diferentes comunidades con diferentes idiomas co-oficiales (y comunidades sin idioma co-oficial), exige que se realice una "normalización lingüística," desacreditando el término que se utiliza normalmente para la homogeneización de las propias lenguas co-oficiales.

Personalmente, me parece un completo despropóstio, aunque para gustos están hechos los colores. Probablemente, muchos de los que suscriben el Manifiesto (si no todos) jamás se opondrían a que sus hijos estudiaran en inglés, dado que el manifiesto lo han traducido a ese idioma extranjero antes que traducirlo a cualquiera de las lenguas co-oficiales de España. Pero... ¿estudiar en catalán? ¿En euskera? ¡Eso es un atentado contra la lengua castellana!

Sin embargo, aclaremos algo; no me parece un despropósito porque lo vea ilógico. Me parece absolutamente normal que un país que ha decidido democráticamente mediante referéndum que su idioma oficial sea el español (o castellano, para evitar confrontaciones con aquellos que dicen español y castellano no es lo mismo, porque que el gallego, el euskera y el catalán son también españoles) defina claramente dónde y cómo debe aparecer ese idioma en lugares oficiales, como la documentación oficial de las oficinas gubernamentales (sean centrales o autonómicas), la educación, etcétera. Pero el mismo país ya ha decidido que existen otras lenguas que no pueden suprimirse del país, que forman parte de la cultura nacional y que deben ser igualmente protegidas.

Si nos ponemos a definir los derechos del castellano, pongámonos a definir los derechos del resto de lenguas también, ¿no? Si solicitamos que el castellano sea la lengua homogénea del estado español, ¿por qué no podemos solicitar que el valenciano sea la lengua homogénea (co-oficial, por supuesto, para eso tenemos Constitución) de la Comunidad Valenciana? Y si defendemos que las lenguas no tienen derechos, que los tienen los usuarios, los ciudadanos... ¿por qué no simplemente les dejamos utilizar su vehículo de comunicación como quieran, donde quieran, espontáneamente, sin obligar a nadie o presuponer que nadie deba saber un idioma? ¿No deciden los ciudadanos? Al menos eso es lo que pensaba yo que defendía UPyD.

Y ya que os pongo el enlace a los estatutos de UPyD, fijémonos en el artículo 2, punto 5-e:
Promover y defender aquellas políticas y medidas sociales, económicas, educativas, científicas, medioambientales o de cualquier otro ámbito, sean municipales, autonómicas, nacionales e internacionales, que:
(...)
Se opongan activamente a la difusión del fanatismo, la ignorancia, el fundamentalismo político o religioso y la justificación del terrorismo y de la violencia y la discriminación política en cualquiera de sus formas.
Fanatismo... Ignorancia... Fundamentalismo político... ¡Pero de cualquier tipo!

El radicalismo, el pensar que las ideas de uno, el país de uno, el idioma de uno es mejor que el del resto, sea cual sea, es perjudicial. Imponer el castellano como lengua materna u obligatoria es tan perjudicial como imponer el gallego, el mallorquín o el euskera. Si nuestra premisa es que los ciudadanos puedan escoger, ¿por qué no dejamos que los ciudadanos puedan escoger? ¿No es eso lo que ponía en su manifiesto?

Igual que los hechos objetivos, sin partidismo ni más afiliaciones, es lo que los medios de comunicación deberían transmitir (en lugar de ponerse de parte de un movimiento u otro), la imposición por normas arbitrarias o preferencias lingüísticas, o lugar de nacimiento, o cualquier otro motivo, de una cultura sobre otra no es más que intolerancia, fanatismo, radicalismo e ignorancia.

¿No podemos decidir por nosotros mismos, parlar el idioma que vulguem i, simplement, coexistir?

He dicho.

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viernes, 27 de noviembre de 2009

De Crepúsculo y Luna Nueva

Y de por qué las críticas de cine deben tomarse con pinzas.
211 comentarios y subiendo. Increíble que una crítica de cine pueda levantar tantos comentarios en un solo día. Bueno, increíble no. Desde que estamos globalizados, las opiniones que antes se fraguaban en la escalera, el patio de atrás, las reuniones de vecinas o el bar del barrio ahora se discuten (más enérgicamente o no) en los bits que almacenan los miles de servidores de Internet.

Y el caso es que la gresca ha llegado a casa. He de decir que me encanta el cine, desde el punto de vista de un aficionado de poca monta, con mentalidad idealista, que juzga una película por si "me ha gustado" o "no me ha gustado". Sinceramente, al final es lo que cuenta, ¿no?

Por cierto, estamos hablando sobre Luna Nueva, el nuevo episodio de la saga de Crepúsculo que acabo de ver. Y de la crítica de la que estoy hablando y que ha desatado los siete males, tanto en mi casa como en Internet, es ésta.

No dudo de las habilidades críticas de Don Juan Luis Caviaro ni de los conocimientos de cine que puedan tener él, o cualquiera de los comentaristas que han participado criticando la crítica o criticando a los que critican la crítica. Seguramente, su cinefilia sea más profunda y más antigua que la mía. Seguramente, sus conocimientos de cine, guión, dramatización, fotografía, artes escénicas, etcétera, sean mucho más buenas que las mías. Pero yo sé algo. Sé si la película me gusta o no me gusta.

Me parece muy bien que un comentarista de cine exprese su opinión sobre una película. Todo el mundo tiene derecho a decir qué gustos tiene y tiene derecho a no ser juzgado por ello. Pero me parece mal que un comentarista de cine, profesional o no (ojo, que no arremeto sólo contra Don Juan Luis Caviaro) diga que "defender esta memez [refiriéndose a Luna Nueva] es insultar al cine". Yo creo que llamar "memez" a una película que ha gustado y sigue gustando a millones de personas a todo el mundo, es insultar a esas personas.

Sinceramente, y ahora me dirijo a todos en general, la película no es tan mala. Es una película orientada a un público en particular. No podemos esperar que una persona que disfruta de manera enloquecida con el cine de autor y desecha el cine comercial como lo peor pueda estar entre los admiradores del film. Esta película es una película comercial, dirigida al mismo público que sus libros, las jovencitas adolescentes y similares. Yo, personalmente (y ahora estoy dando mi opinión subjetiva) no abogo por la película ni por la serie. No me parece una superproducción merecedora de ningún Oscar. No obstante, reconozco que pasé un buen momento en mi casa viéndola. Eso es lo que yo sé, y es lo que cuenta.

Cuando se reliza una crítica sobre cualquier cosa (y más aún sobre una forma de expresión artística -como el cine- que es, inevitablemente, subjetiva) hay que intentar realizarla de la manera más objetiva posible, dejando a un lado las percepciones personales que, no lo pongo en duda, están bien, pero en su ámbito (en la escalera, el patio de atrás, el corro de vecinas, el bar del vecindario, o sus correspondencias digitales en el globalizado mundo de Internet). Obligar a alguien a que opine algo que, al final, es única y puramente personal (como los propios gustos sobre un género o una película en particular), es una forma de intolerancia y radicalismo. Es preferible promover que cada uno se genere su propia opinión. Una vez generada, discutir opiniones es otro cantar.

Moraleja:
Tener una opinión sobre algo no significa que sea la única ni la mejor, significa que tienes una opinión.
He dicho.

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